¿¡Qué es exactamente ser fotógrafo!?

DSC_0094-1Hola a todxs!

En el post de hoy os traigo esta pregunta, que espero que me contestéis luego 👀 Resulta que desde que cayó la cámara en mis manos ya tenía un distintivo más que añadir a mi lista: fotógrafa (sí, con la respectiva frase de “Pues claro mujer! Si haces fotos ya eres fotógrafa!”) y yo con mi cara de “….YA😐 y mañana Navidad”. Para mí ser fotógrafa era algo muy serio en ese momento: era la persona que tiene estudios superiores de fotografía y que, por tanto, tenía derecho a fotografiar bodas, bautizos y comuniones🤷🏻‍♀️

Y ese pensamiento sobre lo que era “ser fotógrafo” me acompañó en todos los años que dediqué a capturar bodas, bautizos y comuniones, haciéndome de menos claro está🙆🏻‍♀️ La cosa es que durante todo ese tiempo, los “fotógrafos” de los pueblos a los que iba, hacían que yo le cogiese cada vez más asco al título que antes tanto admiraba.

Codazos, empujones, fanfarronería, aires de superioridad y machismo (tanto en ellos como en ellas), son algunas de las palabras que definen a esas personas, que por la edad que tienen y los rumores que corren, lo que son estudios tampoco tuvieron cuando abrieron su “estudio”😪

Finalmente y sin dejar de sentirme una “intrusa” (en lo que después vería como el mundo de otros “intrusos” ) y por otros factores, fui dejando de hacer fotos 😓

Y ahora que me encuentro haciendo el tipo de fotografía que más me gusta, no puedo evitar sentirme algo “más fotógrafa” sin títulos y con el auto-didactismo y Doméstika por bandera, sintiéndome más cómoda y feliz que nunca 😃

Entonces….¿eres fotógrafo cuando ya fotografías a gente? ¿eres fotógrafo si sólo tienes estudios? (ya me veo venir a la gente con los “ah, claro es que los médicos sin estudios operan GENIAL eeeee😂 y les remarco que hablo desde la perspectiva de crear arte)¿No es fotógrafo “de verdad” el que manipula sus imágenes? ¿Sólo es fotógrafo realmente quién tiene un estudio?

Así que os pregunto ¿qué es ser fotógrafo para vosotros?📸

Mis pensamientos antes de ir a fotografiar un evento…

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¡Buenas noches! (aunque os estoy escribiendo esto de día, a las 12:07 de hecho! En fin, os cuento: aparte de estar probando nuevos estilos de retrato y de retoque (y de no saber qué pensáis de ello, me gustaría saberlo 👀) pienso mucho mucho en todas las veces que he ido a un evento, pero no en la parte de “qué bonito ha sido todo” o “qué novios más guapos” sino en la parte de antes ⚡️

Durante las semanas previas lo suelo llevar bien: la angustia comienza momentos previos al evento, lo típico de: “ojalá vaya todo bien”, “sé positiva y transmite positividad”…y luego viene el “ojalá hoy no pase nada con nadie”😞

Y diréis: ¿y qué tiene que pasar? vas a hacer fotos a una boda💒

Pues el otro día hablando con @alba.mafalda (que tiene una galería espectacular en su instagram por cieeerto 📸 ) acabamos contándonos todas las estupideces que nos pasan cuando hemos ido a hacer fotos, y me ha parecido muy interesante hablar de ellas por aquí, una: por que me desahogo y dos: por que quiero saber qué pensáis al respecto!

Yo durante un evento en el que estoy trabajando, tengo que hacer ejercicios muy fuertes de contención, más que de la ira, de mi personalidad sarcástica y de mi mala hostia, ambas innatas ✌🏻y sacar a relucir mi mejor cara: esa de ser asquerosamente educada, abierta y sumisa.

Y es que me molesta mucho mucho mucho, que me cojan del brazo o de la cintura mientras estoy trabajando, simplemente para decirme que haga una foto en tal dirección…como si no me lo pudiesen decir con la boca, no no, hace falta coger y tocar a la persona que está trabajando.

Y qué decir de las veces que me han quitado las gafas 👓 para hacerse los graciosos cuando ya están pasados de alcohol antes de abrir la discomóvil, sin las cuales yo, por lo menos soy un topo totalmente.

Por no hablar de los “No no, pero queremos una foto contigo” o los: “yo te hago la foto a ti” mientras intentan coger tu cámara, que no deja de ser tu herramienta de trabajo📸.

Y la que más me impactó: un hombre se dedicó a seguirme por todo el local mientras, con gestos, remarcaba mi figura sobre sí mismo, me guiñaba el ojo y hasta me agarró del brazo.

Y yo me pregunto: ¿os ha pasado? ¿les pasará a los profesionales que tienen un pene entre las piernas (así hablando claro)? porque no me imagino a los mismos graciosillos cogiendo de la cintura o haciéndose una foto con el fotógrafo y quitándole su cámara.

¿Y sabéis? Las amigas de la novia, no hacen eso. Ni las amigas del novio. Ni las abuelas, las madres…todo se reduce a un colectivo que se cree muy simpático molestando a las personas que estamos trabajando en la boda (eso sí, que tengan vagina, si no no vale).

Así que os lanzo las preguntas a ver si me aportáis algo de luz en el tema:

¿Os ha pasado? ¿Cómo os hacen sentir estos episodios? ¿Cómo creéis que podemos pararlo?

Yo he optado por dejar salir a pasear mi sarcasmo y ser algo más contundente y de momento me ha funcionado 😊

 

 

 

 

Choque con el pasado

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¡Hola a todxs!

He decidido reactivar el blog para utilizarlo como una especie de portfolio en el que podamos conocernos mejor, comentar la parte más técnica (y no tanto la emocional como en Instagram) de los trabajos ya realizados y quién sabe, quizá subir tutoriales o recursos de propia creación…¡la imaginación no tiene límites!

Sé que le hace falta una lavada de cara, pero no quería dejar pasar la oportunidad de enseñaros cómo era hace unos años:

Ese proyecto de publicista que chocó con la realidad de que la acogida de la creatividad en España no era aquello que nos vendieron en la carrera, utilizaba este medio para hablar sobre fotografía (otra de sus pasiones que en publicidad no pudo explotar tanto como quisiera), pero también de campañas publicitarias que le ponían los pelos de punta.

Sí sí, me di cuenta de esto en las prácticas de la carrera (las cuales realicé en un sitio que no voy a nombrar pero que, por aquí os diré que se hacía mucho autobombo dentro de las aulas de la UA) donde fue la primera vez que me hicieron sentir como un puñetero número, que solo contaba para acceder a las prestaciones que daban a las empresas por tener becarios.

Por ello decidí refugiarme en la fotografía. Pero con los años, lo que pensé que sería genial, como realizar mil bodas, mil comuniones y abrir un estudio, comenzó a torcerse: ni me llenaban las bodas, ni los bautizos, ni las comuniones. Ni las preguntas de “¿si somos muchas nos haces precio?” como si en un mismo día, estar pendiente de 6 niños a la vez que comulgaban tuviese que tener aplicado un rappel, por la cantidad de niños. Eso sí, luego todos querían la misma cantidad de fotos, lo que se traduce en: más niños, más trabajo, menos tiempo para cada uno, menos dinero por que tienes que hacer descuento (por que para la gente, fotografiar es lo mismo que comprar camisetas por amazon) y luego defender tu trabajo claro, de los cuñados que opinan sobre cómo debería haber sido.

Esta etapa de mi vida me quemó tantísimo. Y desaparecí. No estaba bien. Mi hobbie, que era lo que más feliz me hacía en la vida se estaba convirtiendo en una tortura y además, mi situación personal no acompañaba.

Y ha sido después de mucha ayuda, mucho cariño y muchos años cuando por fin he vuelto a esto, pero como yo quería: CREANDO.

Por que este tipo de fotografía que véis ahora en Instagram, que tan de moda está ahora, es lo que llevaba queriendo hacer desde 2014 cuando conocí por sus trabajos a Marina Gondra. Fueron las primeras fotos conceptuales que vi y me enamoré completamente de su trabajo, pensé: esto es lo que quiero ser.

Así que bueno, ya os he contado un poco más de mí, que en parte es para lo que he reabierto este blog: conocernos algo mejor.

¿Os han pasado cosas parecidas?

Espero que os guste este nuevo canal de comunicación y lo dicho: en breve le haré un lavado de cara 😉

¡Saludos!